Simbionte: Flora y Fauna como Habitantes de la Arquitectura.
Adrián Rodríguez Mesalles
Costa Rica
Universidad Véritas
Si bien es cierto que la arquitectura, a través de la historia, se ha adaptado para resolver los problemas pertinentes de su época, también ha ignorado por mucho tiempo temas muy importantes como lo son la biodiversidad y la calidad de vida en relación al contacto con la naturaleza. Y es que, cuando se alude al rol de la naturaleza en la arquitectura simplemente se referencian los usos energéticos o procesos de diseño. El entorno construido de rápida expansión reemplaza cada vez más al entorno natural y los supuestos lugares de habitación dedicados a la biodiversidad, en la ciudad, van desapareciendo −en conjunto con la presencia de la vegetación−, lo que provoca una pérdida en la calidad de vida del ser humano.
El propósito de este análisis consiste en llevar a la mesa de discusión a la flora y la fauna como habitantes de la arquitectura en la escala del edificio; con la finalidad de proponer un diálogo entre la vegetación y el ser humano y así alejar a la flora de su versión utilitaria, al entenderla como el ser vivo, social, inteligente y sensible que es. A partir de esto, se estudian arquitectos que hayan considerado a la flora y la fauna como un habitante de la arquitectura, a la vez que se indaga en los procesos empleados para este propósito; con el objetivo de interpretar y generar tipologías de diseño que funcionen como modelo de habitación para la vegetación en la arquitectura. Aunado a esto, se propone una tipología de habitación denominada: “Espacio Simbionte”. De esta manera, se ofrecen diferentes soluciones para considerar a la vegetación como un habitante de la arquitectura.
En el contexto contemporáneo la discusión debe exigirle a la arquitectura, más allá de la belleza y protección, la convivencia y calidad de vida. Es hora de reconocer a la vegetación como ese ser complejo que es, sin ánimos de antropomorfizarla. La arquitectura debe hacer sociedad, esto incluye a los inquilinos vegetales y animales dentro del contexto humano y arquitectónico; por lo tanto es urgente que la arquitectura hable de estos temas, más que llevarse el tema a una mesa de discusión, esto debería de ser un golpe en la mesa.
Si bien es cierto que la arquitectura, a través de la historia, se ha adaptado para resolver los problemas pertinentes de su época, también ha ignorado por mucho tiempo temas muy importantes como lo son la biodiversidad y la calidad de vida en relación al contacto con la naturaleza. Y es que, cuando se alude al rol de la naturaleza en la arquitectura simplemente se referencian los usos energéticos o procesos de diseño. El entorno construido de rápida expansión reemplaza cada vez más al entorno natural y los supuestos lugares de habitación dedicados a la biodiversidad, en la ciudad, van desapareciendo −en conjunto con la presencia de la vegetación−, lo que provoca una pérdida en la calidad de vida del ser humano.
El propósito de este análisis consiste en llevar a la mesa de discusión a la flora y la fauna como habitantes de la arquitectura en la escala del edificio; con la finalidad de proponer un diálogo entre la vegetación y el ser humano y así alejar a la flora de su versión utilitaria, al entenderla como el ser vivo, social, inteligente y sensible que es. A partir de esto, se estudian arquitectos que hayan considerado a la flora y la fauna como un habitante de la arquitectura, a la vez que se indaga en los procesos empleados para este propósito; con el objetivo de interpretar y generar tipologías de diseño que funcionen como modelo de habitación para la vegetación en la arquitectura. Aunado a esto, se propone una tipología de habitación denominada: “Espacio Simbionte”. De esta manera, se ofrecen diferentes soluciones para considerar a la vegetación como un habitante de la arquitectura.
En el contexto contemporáneo la discusión debe exigirle a la arquitectura, más allá de la belleza y protección, la convivencia y calidad de vida. Es hora de reconocer a la vegetación como ese ser complejo que es, sin ánimos de antropomorfizarla. La arquitectura debe hacer sociedad, esto incluye a los inquilinos vegetales y animales dentro del contexto humano y arquitectónico; por lo tanto es urgente que la arquitectura hable de estos temas, más que llevarse el tema a una mesa de discusión, esto debería de ser un golpe en la mesa.