Nueva Sede De La Municipalidad De San Rafael De Heredia
Mariela Vega Hidalgo
COSTA RICA
Tecnológico de Costa Rica
El interés que impulsa esta propuesta viene del deseo de reforzar la unión el cantón de San Rafael de Heredia. Esta unión se pretende fortalecer a partir de recuperar el orgullo e identidad del ser rafaeleño. Por esto, se investiga la historia del cantón y vacíos que percibe la población en su arraigo.
San Rafael, a inicios de la colonia, fue una comunidad indígena llamada “Piedra Grande”, que se asentaba principalmente en la zona llamada actualmente el “Bajo de los Molinos”. Este nombre indígena se explicaba por una enorme piedra icónica del lugar. Muchas son las creencias de que no sólo había una gran piedra, sino que había varias en el sector.
Además, se caracteriza a nivel nacional por ser un destino turístico de montaña, y uno de los pocos centros urbanos dichosos por tener un templo de estilo neogótico. A menor escala, se ve la presencia de familias que han ayudado al cantón a desarrollarse, que históricamente han entregado esfuerzos, tierras y dinero de forma desinteresada para fortalecer las instituciones del cantón, organizaciones sin fines de lucro y demás pilares comunitarios.
Actualmente, la Municipalidad ha venido desarrollando diversos proyectos de infraestructura, gracias a contar con bastante terreno adquirido por donación de este tipo de familias. Ejemplo de estos desarrollos son el Centro de Acopio para reciclaje, un parqueo público, un centro cívico, y un plantel de maquinaria de uso municipal.
En contraste a todo esto, el edificio principal de la municipalidad donde se llevan a cabo los oficios más administrativos, que se ubica frente al parque, y además el más visitado por la comunidad; se encuentra hacinado, con escritorios en los pasillos, poca accesibilidad correspondiente a la ley 7600 y ni se diga de los vacíos a nivel arquitectónico de carácter y estatus.
Este edificio fue construido en muchas etapas. La primera, “la semilla” en la década de 1950, algunas intervenciones en los 80s, 90s, 2017 y 2019. Lo que inició como un edificio pequeño y claro en su lenguaje arquitectónico; terminó como un edificio hecho de adosados, donde no existe una claridad en intención de reconocer dónde termina y dónde empieza cada sistema constructivo o si un espacio es temporal o permanente. Comunica una emergencia continua a lo largo del tiempo.
El proyecto es una respuesta arquitectónica para solventar las necesidades de los usuarios: el trabajador municipal, el visitante, el turista y el emprendedor o artista rafaeleño. La propuesta cuenta con un lenguaje que comunica montañas y piedras reafirmando el nombre precolombino Piedra Grande. También a través de otorgar espacios para actividades de interés comunal y rescatar la “semilla” del edificio municipal que hoy conocemos, aquél construido en 1955.
San Rafael, a inicios de la colonia, fue una comunidad indígena llamada “Piedra Grande”, que se asentaba principalmente en la zona llamada actualmente el “Bajo de los Molinos”. Este nombre indígena se explicaba por una enorme piedra icónica del lugar. Muchas son las creencias de que no sólo había una gran piedra, sino que había varias en el sector.
Además, se caracteriza a nivel nacional por ser un destino turístico de montaña, y uno de los pocos centros urbanos dichosos por tener un templo de estilo neogótico. A menor escala, se ve la presencia de familias que han ayudado al cantón a desarrollarse, que históricamente han entregado esfuerzos, tierras y dinero de forma desinteresada para fortalecer las instituciones del cantón, organizaciones sin fines de lucro y demás pilares comunitarios.
Actualmente, la Municipalidad ha venido desarrollando diversos proyectos de infraestructura, gracias a contar con bastante terreno adquirido por donación de este tipo de familias. Ejemplo de estos desarrollos son el Centro de Acopio para reciclaje, un parqueo público, un centro cívico, y un plantel de maquinaria de uso municipal.
En contraste a todo esto, el edificio principal de la municipalidad donde se llevan a cabo los oficios más administrativos, que se ubica frente al parque, y además el más visitado por la comunidad; se encuentra hacinado, con escritorios en los pasillos, poca accesibilidad correspondiente a la ley 7600 y ni se diga de los vacíos a nivel arquitectónico de carácter y estatus.
Este edificio fue construido en muchas etapas. La primera, “la semilla” en la década de 1950, algunas intervenciones en los 80s, 90s, 2017 y 2019. Lo que inició como un edificio pequeño y claro en su lenguaje arquitectónico; terminó como un edificio hecho de adosados, donde no existe una claridad en intención de reconocer dónde termina y dónde empieza cada sistema constructivo o si un espacio es temporal o permanente. Comunica una emergencia continua a lo largo del tiempo.
El proyecto es una respuesta arquitectónica para solventar las necesidades de los usuarios: el trabajador municipal, el visitante, el turista y el emprendedor o artista rafaeleño. La propuesta cuenta con un lenguaje que comunica montañas y piedras reafirmando el nombre precolombino Piedra Grande. También a través de otorgar espacios para actividades de interés comunal y rescatar la “semilla” del edificio municipal que hoy conocemos, aquél construido en 1955.